Fotografía: Borja Aguado
Carlos Nieto García.. El Correo. Domingo 15.08.2021.
Las vacaciones incrementan el blindaje de los hogares por encima de un 10% para evitar desagradables sobresaltos a la vuelta
BILBAO. El abatimiento que puede provocar volver de vacaciones se acrecienta a veces al encontrarse una desagradable sorpresa en casa. Un robo o – «peor aún», a criterio de muchas voces– una ocupación. Bakio, Abanto, Trapagaran… son algunas de las localidades vizcaínas que durante los últimos meses han sufrido la entrada de intrusos en hogares de sus residentes. El listado es abundante. Según datos del Ministerio del Interior, en 2020 se produjeron 228 denuncias por ocupaciones de inmuebles en Euskadi, lo que representa una tasa de 10,27 por cada 100.000 habitantes. Un leve aumento sobre las 213 registradas durante 2019, pero hay que tener en cuenta que, desde marzo a junio del año pasado, la población no pudo salir de sus casas, lo que dificultó sobremanera la faena de los invasores. Los números invitan a pensar que, de no haber tenido lugar un confinamiento domiciliario tan severo, la cifra sería mayor. Para evitar tal mal trago, muchos se han lanzado a reforzar sus viviendas con la instalación de sistemas de alarmas, lo que ha provocado un ‘boom’ en el sector.
«Los robos y asaltos siguen teniendo relevancia; inquietan a los moradores, claro, pero ahora los clientes demandan nuestros servicios casi más por temor a que les invadan sus viviendas cuando están fuera estancias prolongadas», declara el gerente de una tienda de la empresa ADT en Biz kaia, compañía que estima un incremento de instalaciones de alarmas de entre un 15 y 20% en el área residencial de Bilbao desde el inicio de la pandemia. El creciente problema de la ocupación ilegal se ha yuxtapuesto con el éxodo vacacional, y el resultado de esta combinación ha alterado la lógica que hasta hace unos meses imperaba en el mercado de las alarmas: se contrataban más para segundas residencias –prácticamente vacías durante buena parte del año–, y en la actualidad se ha disparado su colocación en los domicilios habituales. «Mucha gente que tiene casa en Cantabria nos ha llamado para que se la instalemos y así poder irse tranquila», confirma la misma fuente.
Las prioridades, coinciden las empresas del sector, se revierten cuando llega septiembre. Las casas de veraneo pasan a ser más vulnerables y cada vez más propietarios optan por dotarlas de sistemas de seguridad. «La demanda tiene mucho en cuenta la accesibilidad y las condiciones de la vivienda. Villas independientes aisladas del núcleo urbano, chalés pareados, áticos…», explican portavoces de Securitas Direct, que aseguran haber vivido un verano de mucho trabajo en 2020, cuando las restricciones a la movilidad detonaron la inquietud de los dueños por el estado de sus segundas residencias. Los buenos vientos para el negocio no han dejado de soplar. «Sí, el aumento ha sido considerable», agregan.
El encargado de Erkoch Security, situada en el barrio bilbaíno de Deusto, lo dice bien explícito: «No damos abasto; se percibe una preocupación creciente por la delincuencia y las ocupaciones». ¿Y el futuro de la actividad cuando se supere la crisis epidemiológica? Desde su perspectiva, el retorno a la normalidad y el fin de las restricciones «traerá otro subidón», porque la gente se desplazará más.
Millón y medio de hogares
Una simple búsqueda en el navegador permite calcular el precio medio de una alarma para hogares, que oscila entre 35 y 40 euros mensuales. Su coste de instalación depende de cada empresa, pero ronda los 200 euros, incluyendo el mantenimiento. Varias páginas web ofrecen incluso cuestionarios para que el potencial cliente vaya rellenando campos mientras responde a una serie de preguntas y obtener un presupuesto de referencia. ¿La entrada a la vivienda es un portal a pie de calle o una urbanización? ¿Tiene accesos secundarios, como jardín o balcón? Tras este paso, toca elegir el tipo de alarma: sonora, de luces, difusoras de humo…
Todas ellas garantizan una vinculación «instantánea» con la Policía, que acude «en cuestión de minutos» al domicilio tras recibir el aviso de la empresa correspondiente. Incluso alguna de ellas ofrece la posibilidad de visualizar en el teléfono móvil la imagen en directo del hogar a través de una ‘app’. Todo ello, con el objetivo de llegar «a tiempo» para que la entrada de un sujeto en una propiedad ajena sea considerada como allanamiento de morada y las fuerzas de seguridad puedan intervenir sin orden de un juez, ‘en caliente’, para evitar un delito flagrante y limitar las posibilidades de un asentamiento prolongado del okupa, que luego dificulta su desahucio en la maraña judicial.
El Observatorio Sectorial DBK estima en casi millón y medio (alrededor de 1.425.000) el número de hogares en España que tienen contratado un servicio de seguridad. Una cifra que, cuando concluya 2021, esperan se haya visto incrementada en torno a un 10%. Contando también los negocios –desde oficinas de empresas hasta pequeños comercios–, se rondarán para entonces los tres millones de alarmas instaladas. El análisis histórico del sector en los últimos ejercicios revela un «incremento progresivo». Según el mencionado portal, 2017 se cerró con 1.845.305 alarmas instaladas, un millón menos de lo previsto para 2021. El cartel de ‘Cuidado con el perro’ ya no achanta a los asaltantes. Y los propietarios lo saben.
euros al mes
denuncias
Por ocupaciones de inmuebles se formularon en Euskadi durante 2020, 15 más que en 2019, pese al confinamiento de tres meses por el estallido de la pandemia. Es una tasa de 10,27 denuncias por cada 100.000 habitantes.
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